CAPITULO SEGUNDO Imprimir

REALIDAD Y DESAFÍOS DE LAS FAMILIAS

Se  inicia afirmando que “el bien de la familia es decisivo para el futuro del mundo y de la Iglesia” y creo que esto es innegable.

En las últimas décadas  se ha logrado reconocer la necesidad de la equidad en las cargas,  responsabilidades y tareas dentro de una familia; y aunque persiste el machismo en algunos ámbitos, se ha reconocido la dignidad de la mujer y de sus derechos, lo que es muy bueno; en muchos aspectos la cultura ha evolucionado positivamente pero si se promueve  el individualismo “exasperado” lo que tendremos  es intolerancia y agresividad;  “La libertad para elegir permite proyectar la propia vida y cultivar lo mejor de uno mismo, pero si no tiene objetivos nobles y disciplina personal, degenera en una incapacidad de donarse generosamente”…  se vuelve una anarquía -diría yo-;  “como si más allá de los individuos no hubiera verdades, valores, principios que nos orienten, como si todo fuera igual y cualquier cosa debiera permitirse”.

Aunque hay mucha gente que valora el compromiso y el matrimonio, éste  se ve cada día mas  como “un peso a soportar toda la vida” y hay “dificultad  para presentar al matrimonio como un camino dinámico de desarrollo y realización”. Por qué? Porque todos los problemas sociales afectan el matrimonio.

Hacer un análisis de costo-beneficio del matrimonio no ayuda…dificultades económicas, difícil acceso a vivienda educación, salud y trabajo; además no hay disposición al sacrificio…las crisis matrimoniales se afrontan de manera superficial u optando por lo más fácil; hay muchas razones y presiones gubernamentales que promueven una mentalidad antinatalista y el alejamiento de Dios “hace sentir solas a las familias y sin ayuda para afrontar sus dificultades”; Peores problemas afronta la sociedad como niños  explotados o abusados sexualmente por quienes más deberían protegerlos; La migración forzada, trata de personas , venta de órganos, venta de hijos  para prostitución, entre otros, que se agravan  con la pobreza.

Alguien podrá negar -me pregunto yo- lo que afirma este documento?

-  Que la desintegración familiar es la culpable de muchos de estos problemas

-  Que trae un sin fin de problemas adicionales, como el abandono de niños y la desorientación de los jóvenes

-  Que el matrimonio ayuda a fortalecer la sociedad, no la debilita

“Ya no se advierte con claridad que sólo la unión exclusiva e indisoluble entre un varón y una mujer cumple una función social plena, por ser un compromiso estable y por hacer posible la fecundidady termina apareciendo como una oferta anticuada entre muchas otras. (He resaltado esta frase que me parece espectacular porque incluye el proyecto de Dios, el bien de los hijos y de  la sociedad y el deseo interior de un amor confiable y duradero que cualquier ser humano tiene).

“Debemos reconocer la gran variedad de situaciones familiares que pueden brindar cierta estabilidad, pero las uniones de hecho o entre personas del mismo sexo, por ejemplo, no pueden equipararse sin más al matrimonio. Ninguna unión precaria o cerrada a la comunicación de la vida nos asegura el futuro de la sociedad”. Pero ¿quiénes se ocupan hoy de fortalecer los matrimonios, de ayudarles  y de estimular su estabilidad?

Si bien es legítimo y justo que se rechacen viejas formas de familia caracterizadas por el autoritarismo e incluso por la violencia, la situación actual no nos debería llevar al desprecio del matrimonio sino al redescubrimiento de su verdadero sentido.

La ausencia del padre marca severamente la vida familiar, la educación de los hijos y su integración en la sociedad. Su ausencia puede ser física, afectiva, cognitiva y espiritual. Esta carencia priva a los niños de un modelo apropiado de conducta paterna.

Aquí agregaré un comentario personal. .  ¿Vale la pena el matrimonio? ¡Claro que si!  ¿Vale la pena luchar por la unidad? ¡Claro que si! ¿Vale la pena sacrificarse por conservar a ese compañero que se eligió para compartir penas y alegrías? ¡Claro que si!   Yo  he visto cómo afecta a los hijos la separación de  muchos parientes y conocidos; la ausencia del papá se nota enormemente, incluso cuando solo está trabajando en otra ciudad, como en mi caso   Obviamente los papás que han vivido un, digamos “fracaso matrimonial”,  no alientan a sus hijos a casarse, al contrario, sienten  aversión por una unión que les causó tanto daño. Yo diría ¡tienen razón!... si no vive Dios en el corazón de los contrayentes, un proyecto que exige perdón, compasión y tolerancia cada día, no puede salir adelante… solo Dios da esa gracia!  La base de un nuevo hogar es Dios, Él es la roca firme para construirlo.

Este documento es muy claro en cuanto al papel del hombre y la mujer ¡y es que somos tan distintos!, no en la dignidad, pero si en comportamientos y reacciones, y  es  maravilloso comprenderlo; Al respecto recomiendo  buscar en internet una divertida conferencia llamada “Historia de dos cerebros” de Mark Gurgon  y termino mi intervención.

  Los dos párrafos siguientes me parecen cruciales por lo que los  transcribo casi totalmente.

Otro desafío surge de diversas formas de una ideología, genéricamente llamada gender, que «niega la diferencia y la reciprocidad natural de hombre y de mujer. Esta presenta una sociedad sin diferencias de sexo, y vacía el fundamento antropológico de la familia. Esta ideología lleva a proyectos educativos y directrices legislativas que promueven una identidad personal y una intimidad afectiva radicalmente desvinculadas de la diversidad biológica entre hombre y mujer. Es inquietante que algunas ideologías de este tipo, procuren imponerse como un pensamiento único que determine incluso la educación de los niños. No hay que ignorar que «el sexo biológico (sex) y el papel sociocultural del sexo (gender), se pueden distinguir pero no separar.

“Por otra parte, «la revolución biotecnológica en el campo de la procreación humana ha introducido la posibilidad de manipular el acto generativo, convirtiéndolo en independiente de la relación sexual entre hombre y mujer. De este modo, la vida humana, así como la paternidad y la maternidad, se han convertido en realidades componibles y descomponibles, sujetas principalmente a los deseos de los individuos o de las parejas. Una cosa es comprender la fragilidad humana o la complejidad de la vida, y otra cosa es aceptar ideologías que pretenden partir en dos los aspectos inseparables de la realidad. No caigamos en el pecado de pretender sustituir al Creador. Somos creaturas, no somos omnipotentes. Lo creado nos precede y debe ser recibido como don. Al mismo tiempo, somos llamados a custodiar nuestra humanidad, y eso significa ante todo aceptarla y respetarla como ha sido creada".